martes, junio 06, 2006


Esta vez solo dejo una foto que tomé hace unos minutos mientras mi princesita dormía.

Si observan es la misma muñeca que le regalamos el día de reyes del 2005 (subí una foto ese mismo día) a partir de que la tuvo en sus manos se volvieron inseparables.

Me estaba preguntando ¿Cuánto tiempo seguirá conservándola?

Ya está un poco calva porque a Daniela le gusta jalar del cabello mientras duerme, (¿quedaré calvo yo antes que blanca nieves?)

Haciendo memoria me parece que yo aun guardo algunos juguetes en la casa de mi mamá.

¿Alguien de ustedes aun conserva algún juguete que les regalaron cuando eran niños?

martes, mayo 09, 2006

-.Cancioncitas.-


Dejemos que el poeta escriba su poesía, que las hadas vivan los cuentos, ocupémonos tú y yo de liberar los besos que soñamos mientras dormíamos, esos que siempre nacen en pares y con la primera letra en mayúsculas. Esos que se me resbalan por la punta de la lengua hasta la comisura de tus labios explotando en blanco y negro por ser de la luna y la noche aun cuando tu esencia siempre esta perfumada de color violeta.

Que el tiempo se mida ahora en caricias y hasta que los primeros rayos del sol rompan el hechizo déjame darle la vuelta una vez mas al reloj y que cada granito al caer se convierta en una letra.

Y así, mientras deletreamos caricias, escribamos canciones.

Y cantemos, con las pestañas, con las mejillas.


Luis Gonzalo Hernandez Zamora

sábado, mayo 06, 2006

-.Por tu regreso.-




Pues bien, quizás esta noche pueda volver, pero me gustaría sentirte hacer lo mismo, quisiera verte flotar de nuevo cuando cierro los ojos y convertir el silencio en una sonrisa tuya con música de fondo.

Podríamos ser de nuevo aquellos cómplices desconocidos, lejanos, nocturnos. Aquellos, los inmortales, de viento, aquellos de la lluvia, los de la luna, los de los cuentos. Aquellos, los de la historia jamás documentada, los del reflejo en la mirada, los de los ojos rojos por la mañana. Los de la magia que tú siempre hablabas.

Y pareces firmar el espejismo de tu presencia con fantasmas de humo que brillan en la oscuridad. Firmas como refrendando tu asistencia en el libro de mi vida y me complace tu regreso, me seduce la idea de pensar que tal vez mañana cuando me leas te incite a regresar por la noche, colgada del viento y te poses bajo mis pestañas.

Volvemos a los sueños compartidos, a las caricias de papel, a la inmortalidad anunciada por el beso nocturno en aquellas lunas de marzo. Y al final de la jornada por fin, las buenas noches, otra vez, serán mejores.


Luis Gonzalo Hernandez Zamora

martes, febrero 28, 2006

...aun cuando no lo escriban mis manos

Y es así como te sueño…..en silencio…..









(Sin escribir te pienso….pero suponiendo que tú me lees el pensamiento…te escribo….)








Todavía tengo letras, oxidadas un poco tal vez, mas no muertas. Letras viejas llenas de recuerdos, de inmortalidades inventadas. Letras viejas de tus conversaciones de raptos y de tus deseos de magia, letras que a veces se disfrazan de lágrimas y en su absurdo intento de escribir rompen. Letras que a pesar del tiempo y la distancia aun se cohíben ante el recuerdo de las tuyas.

Letras chiquitas, sin poesía, pero con toda la intención de sentimiento. Letras sin ilusiones pero que aun veneran tu nombre aun cuando no lo escriban mis manos.

Y es así como esta noche te escribo…tan solo pensándote.

martes, diciembre 20, 2005

-.Se me acabaron los recuerdos.-



Se me acabaron los recuerdos para seguir pagándole la renta al olvido y ahora que me encuentro hundido en la calle del presente observo las hojas de un árbol aferrarse con desesperación ante el viento frío que sopla entre la lluvia y me pregunto si es coincidencia o solo es que a esta época del año le gusta bailar bajo mi pluma.
Diciembre empieza una vez mas a finales del mes, los pájaros del cielo planean como dejándose llevar por la tristeza y una lluvia frágil pero constante parece empeñada en convertir en río el charquito a mitad de la calle. Mi reloj marca las 13:17 y mientras un muñeco de peluche en un auto estacionado cerca de la esquina parece observar con nostalgia las gotas de lluvia chocar con los cristales, me descubro sintiendo la necesidad de escribir historias, tal vez para intentar rellenar el enorme vacío que se ha formado en mi memoria.

Luis Gonzalo Hernandez Zamora

lunes, septiembre 05, 2005

-.Hablando de otras cosas.-




Hablando de otras cosas, ¿ya notaste cómo sopla el viento en aquellos columpios? ¿Será que se siente sólo los lunes? O tal vez el mes de agosto no le hizo justicia porque estaba ocupado lloviendo tristeza y extraviando recuerdos sin remitente. ¿Y...si le prestas tu cabello? Apuesto a que le encantaría alborotarlo antes de que se ponga el sol, pero....hablando de otras cosas hoy por la mañana por un instante pensé que estaba amaneciendo en tu almohada, había un hermoso resplandor en tu rostro como anunciando tu despertar y mi encantamiento al verme reflejado en tu primer mirada del día. Cuando rosé clandestinamente tus mejillas con mis manos, descubrí que los rayos del sol eran mas suaves cuando parecía que los emitías tú ¿será que por las mañanas los pierde apropósito entre la ventana y tus pestañas?

Sabes, anoche había luna, llovía y había luna, había una luna que quizá aun temerosa de pescar un resfriado decidió saltar la cerca trasera para colgarse de la ventana y dejarme ver que tus labios mientras duermes se me antojan tanto como cuando cocinas, y no sé si sea mi febril imaginación o mis letras se regocijan cada vez que les hablo de ti, especialmente en noches como la de ayer, con luna. Con luna, lluvia y café. Y mientras escribo...te pienso. Te pienso así, en frases cursis, sin lógica y faltas de buena redacción. Y en breves pausas, después de las comas, me gusta cerrar los ojos y acariciar tu recuerdo.



Luis Gonzalo Hernández Zamora

jueves, agosto 25, 2005

¡Feliz Cumpleaños Daniela!







Feliz cumpleaños Danis Danis.


Te Amo.

miércoles, agosto 24, 2005

-.Pasear entre estrellas.-

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Aun mantengo firme mi teoría de que no eran luciérnagas, sino estrellas que se sentían lejanas y quisieron bajar a conversar con el viento, escuché sus murmullos cuando las revoloteaste con tu mano izquierda mientras caminábamos escribiendo nuestra historia a cada vuelta del segundero de cualquier reloj cercano.

A cada palabra que pronunciabas tu voz parecía quedarse colgada en el aire y yo estaba seguro que si algún día regresaba a caminar por el mismo lugar bien podría estrellarse en mis labios alguna de tus frases y que podría guardarla en secreto en la bolsa izquierda de mi camisa.

Nuestros paseos nocturnos siempre nos llevaban al mismo lugar aunque no fuera en el mismo sitio, terminábamos parados frente a frente, mis manos hacían rizos en tu cabello mientras nos mirábamos a los ojos y en conversaciones solo de latidos nos prometíamos seguir ahí después de cada parpadeo.

El regreso siempre lo emprendíamos entre silencios interrumpidos solo por el espontáneo suspirar de mis labios en tu mejilla y por los murmullos de las estrellas al sentirse otra vez invadidas por tu traviesa mano.



Luis Gonzalo Hernandez Zamora

lunes, agosto 22, 2005

-.03 de Enero del año en curso, cualquiera que éste sea.-




A la lluvia de agosto siempre le ha gustado
albergar recuerdos perdidos entre sus gotas,
recuerdos que alguna vez alguien
... olvidó archivar.


El miércoles se despertó por la mañana, un poco mas tarde que de costumbre, los cristales de sus ventanas lucían empañados, se acercó un poco a una de ellas y pudo ver un cielo triste y gris que daba la impresión de estarse desparramando a gotas sobre una ciudad que en esos momentos parecía adoptada por la tristeza.

Se sorprendió a si mismo al darse cuenta que no podía recordar cuando había sido la ultima vez que había visto llover. No podía recordarlo, sin embargo sentía que en alguna ocasión ya había visto desparramarse al cielo de esa forma y que él se había mojado de tristeza.

Al percatarse de que no se escuchaba ningún ruido en el interior de la casa, se dirigió a la cocina por un poco de agua, en la cocina tampoco había nadie así que pensó que su esposa probablemente había ido a algún lugar cercano a buscar algo para desayunar y que no tardaría mucho en regresar.

Mientras tanto decidió dar un paseo por la casa y explorar todos esos rincones que por momentos se le hacían tan desconocidos o que quizá jamás se haba acercado siquiera a ellos.

Descubrió algunas cosas curiosas, pero sin duda lo que mas le llamó la atención fue ese cuarto decorado con una gran cantidad de fotografías. Pasó algunos minutos observándolas, encontró mucha gente desconocida en algunas de ellas y pensó que si estaban pegadas en la pared era porque en algún momento habían significado algo importante en su vida, sin embargo no logró recordarlo así que decidió que de ahora en adelante las marcaría con alguna anotación y la fecha para no hacerlas presa de esos despistes que últimamente hacían que todo lo que veía, lo viera como si fuera la primera vez.

Entre las fotos encontró las de su boda y en esos momentos más que recuerdos fueron sentimientos los que se le amontonaban en su cabeza. Cuanto debía quererla para que en ese momento estuviera cerrando los ojos y sintiera cosquilleos en la espalda y al respirar profundamente dejara de percibir el olor de la lluvia para aspirar aquel delicioso aroma que tenia ella por las noches mientras dormía después de hacer el amor.

Absorto en sus pensamientos desvió un poco la mirada de la pared llena de fotografías y descubrió un enorme ventanal, en el cual imaginó que la luna se colgaba por las noches estrelladas y que el sol impaciente venia a buscarla en amaneceres imprevistos.

Junto al ventanal había una mesa, sobre de la mesa un tintero viejo, una pluma, un cenicero con algunas colillas y algunos papeles.

Se acercó a la mesa y encendió un cigarro mientras empezaba a leer los papeles que había sobre de ella.

Eran cartas, poesías y algunas cosas de las cuales él gustaba escribir. Había escritos sobre esa luna colgada del ventanal y sobre como el sol la acosaba en aquellas noches rotas a destiempo, había escritos sobre el silbido de los grillos y sobre como él contenía la respiración para escucharlos, había escritos sobre promesas sin fecha de caducidad, sobre el día en que se conocieron y la primera vez que hicieron el amor.

...y se volvió a enamorar mientras se sumergía en las viejas letras que melancólicas cantaban canciones compuestas de madrugada.

Bajo el último de los escritos había un sobre abierto con una leyenda que decía 03 de enero del año en curso, cualquiera que este sea.

Lleno de curiosidad sacó los papeles del sobre, encontró un certificado medico de un diagnostico de alzheimer con su nombre y un certificado de defunción con el nombre de su esposa.



Y mientras el cielo continuaba rompiéndose,
el viejo tintero sobre la mesa... se llenó de lágrimas.


Luis Gonzalo Hernandez Zamora

martes, junio 28, 2005

-.Regalos de cumpleaños.-

El próximo Jueves 30 de junio es mi cumpleaños, les dejo algunas ideas por si no saben que obsequiarme.

 

  • Tus felicitaciones en este post.
  • Un e-mail.
  • Un disco duro de 500 GB.
  • Un frasquito de pastillas para dormir o la abolición del sueño para toda la humanidad.
  • Un reloj despertador (o…mejor dos)
  • Una llamada telefónica.
  • Un par de tornamesas.
  • Un link en tu blog.
  • Un barril de cerveza.
  • Una cámara digital.
  • Un buen libro (sorpréndeme)
  • Que (maldita sea) blogger me deje postear. (Lo tengo que hacer vía e-mail)
  • Una noche de diversión y sano esparcimiento con alguna de estas sritas.
  • Un celular con cámara.
  • Un disco (sorpréndeme)

 

Favor de solicitar a mi correo mi numero telefónico o mi dirección para recibir sus envíos. Gracias, jeje.



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viernes, junio 24, 2005

-.Quince segundos.-

Mi mirada se extraviaba entre la suavidad que centelleaba tu cabello al descender por tus hombros semidesnudos. Y mientras el aire se volvía silencio yo juraba que ni la oración mas sumisa me hubiera podido  arrebatar del hechizo que provocaba tu presencia.

 

Mis ojos descendieron hacia tu escote y calculé con infinita precisión el tiempo exacto que me llevaría recorrer la distancia entre tus senos en una noche de lluvia y con la luz apagada.

 

Con el corazón enmudecido continué mi recorrido hasta detenerme en la sutil fragilidad de tu cintura e imaginé mis manos apretando con firmeza justo en el punto exacto donde se pierde esa fragilidad y explota con vehemencia la sensualidad de tus caderas.

 

Descendiendo por tu falda ahora detuve mi mirada en el tono de tus piernas, largas y perfectas, mientras imaginaba las sinfonías que provocarían enrolladas en mi cuello.

 

Mientras mi recorrido empezaba ahora de abajo hacia arriba, noté tu forma de caminar, en cámara lenta y sabiéndote dueña absoluta del suelo que pisabas mientras jugueteabas por momentos con las puntas de tu cabello.

 

Alcé mi mirada un poco mas, hasta tu rostro, tú sonreías como coqueteándole al viento mientras fijabas tu mirada en mí, pero sin mirarme, como si me atravesaras y el destino de tus ojos se perdiera en algún punto distante.

 

Sonreíste nuevamente y el aire que se había vuelto silencio se desparramo por el suelo arrastrando en instantes entrecortados mis más obscenos pensamientos.

 

La eternidad de esos escasos quince segundos llegó a su fin, pasaste a mi lado, mientras yo respiraba profundo tratando de atragantar a mis pulmones con tu esencia.

 

Seguí mi camino pensando en mañana caminar a la misma hora, por la misma calle y dar la vuelta en la misma esquina. Y así quizá te encuentre nuevamente y por escasos quince segundos, sin que te des cuenta, seduzcas mis pensamientos invitándome a soñar.

 

Luis Gonzalo Hernandez Zamora



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sábado, junio 18, 2005

Después de 1 mes y 18 días...

Después de 1 mes y 18 días de no escribir en mi Blog, intento hacerlo nuevamente, los motivos por los que dejé de hacerlo no quiero explicarlos, prefiero escribir los que me hacen regresar.
El principal de todos es porque extraño a muchas personas que conocí aquí, con las cuales me he distanciado bastante, regreso para decirles lo mucho que las aprecio y cuanto siento haberme alejado. Me perdí cosas importantes y lo lamento, en verdad espero de algún modo poder remediarlo.
Quiero darles las gracias a quienes a pesar de mi ausencia han seguido dejando mensajes y comentarios por aquí, y también a quienes no lo han hecho pero yo sé que han seguido entrando.
Tenia pensado decirles muchas cosas pero me esta costando trabajo hacerlo, tal vez he perdido algo de practica porque aunque un mes y medio realmente no es mucho tiempo a mi se me hizo eterno.

domingo, mayo 01, 2005

Ojos Negros


Mis dedos bailaban sobre tu ombligo al compás del parpadeo del reloj sobre el buró, con la otra mano acariciaba tu pelo desparramado sobre la almohada y tus ojos negros me miraban con paciencia mientras tus vanidosos labios prometían con lenguaje secreto caricias húmedas.

Poco a poco nos fuimos envolviendo en miradas nuevas, con tonos de colores distintos, nos fuimos sitiando en recorridos a cuatro manos en direcciones encontradas y nuestros pies desnudos se entendían en conversaciones de roces tibios.

Mi lengua tocaba las puertas de tu boca y tus labios se regocijaban como recibiendo aquella visita siempre esperada, mis piernas entre las tuyas y tus senos desnudos apretujándose contra mi pecho daban un significado tangible a todos nuestros viejos pactos de eternidades nocturnas.

El silencio pálido se invadía ahora de jadeos sutiles, mis labios descendían sin precaución por la escalera de tu cuello y entre el sudor que resbalaba por tus senos y mi saliva se dibujaban besos que en racimos atravesaban tu piel ardiente.

Pude tocar la fragilidad de tu cintura cuando tus piernas se enrollaban en mi cuello, recorrí desde tus piernas hasta tus caderas con mi aliento entusiasmado de saborearte a pequeños sorbos pero con la decisión de ingerirte hasta la última gota.

Tu cabello se pegaba a tu rostro humedecido mientras tus muslos apretaban enérgicamente mi cuerpo con la seguridad que les daba saberse dueños de cuanto aprisionaban. Mis manos se posaban sobre tus caderas rindiéndose totalmente ante la poesía que se empezaba a escribir desde tu espalda baja y sin punto final se rescribía en párrafos que se esparcían por todo tu cuerpo.

Mujer, deidad, gotas de inspiración sin envasar o sueño de amaneceres nocturnos. Te definían para cada día de mi inmortalidad tus ojos negros cuando nos mirábamos por encima de prolongados espasmos que salpicaban sudor efímero que nacía y se evaporaba a cada contracción de nuestros cuerpos revueltos bajo la mirada complacida de la noche que se asomaba por la ventana conteniendo la respiración para no ser descubierta.

En tus ojos negros pude ver sentimientos sin definición en letras porque nunca nadie más los había sentido. De tus ojos negros tome la imagen del recuerdo que llevé colgado de mis labios cuando me quedé dormido y exiliado sobre tus senos mientras con tus manos cantabas caricias en mi pelo.


Luis Gonzalo Hernandez Zamora

jueves, abril 07, 2005

-.Bajo tu almohada-.


Me he pasado algunas horas persiguiendo tus frases, esa banda sonora eterna que acompaña por las noches mis suspiros mas sinceros, he tratado en secreto de inventar algún artefacto para detectar algún pedacito de tus sueños cuando pasan cerca de mi cielo con destino a algún latido lejano, se que vuelan, escondidos en el viento que mece las nubes, se que a veces se disfrazan de gotas de rocío y otras simplemente caminan invisibles entre la arena de la playa.

Estoy tratando de confabularme con al menos una de tus notas, para por ese medio intentar visitar por debajo tu almohada mientras duermes, acurrucarme en silencio ahí hasta que salga el sol, sin hacer ruido infiltrarme disfrazado tal vez de horizonte lejano en al menos una orilla de tus fantasías, estirar con disimulo los dedos para enredarlos con distancias cortas de tu cabello, ambicionar ya no a besarte sino a solo a conocer tus labios, esos que al moverse me arrancan de un solo golpe cualquier pensamiento por fiel que éste sea, cerrar los ojos por momentos e imaginar que no estoy bajo tu almohada sino junto a tu cuerpo.

Y es que has empezado a escribir en mis pensamientos y anoche vi al humo de mi cigarro moverse al compás de tu canción. No me sorprendería que se hubiera enamorado de tu voz y suba hasta el techo y luego salga por la ventana sin dejar de pensarte ni un instante de su efímera existencia.

Te escucho en silencio, conteniendo la respiración, me gusta ver como flotas por toda la habitación, como la llenas con tu presencia lejana, no me disgusta saber que no sabes que existo, me gusta averiguarte así, como anónimo, mientras caminas con pasos de aire por mis pensamientos.

Luis Gonzalo Hernandez Zamora

martes, marzo 22, 2005

-.Intentaré escribirte.-


Hoy intentaré escribirte nuevamente, últimamente tal vez he dejado de hacerlo, la verdad, porque me aterra lo fácil que me resulta abofetear tu ausencia con letras dibujadas a pincelazos en la oscuridad, porque me inquieta lo placentero que me resulta que flotes en mi, lo excitante que es envolverme en soplos de inspiración provocada por el recuerdo de tus labios.

Intentaré hacerlo nuevamente, no porque lo necesite, sino porque tal vez, me agrade pensar no en voz alta sino en tinta y papel. Probaré cantarte con palabras simples en párrafos cortos más no insipientes, con acentos que detesto no conocer, con pedacitos de verdades enrollados en delgadas tiras de sublime fantasía.

Intentaré escribirte sin pensar en ojos clandestinos que juegan a la indiferencia, lo haré, solamente por placer. Lo haré porque hace un momento vi la luna y me contó que dormías, lo haré, por los viejos tiempos, aquellos de despedidas felices y suspiros llenos de rubores sutiles.

Lo haré pensando en que otra forma se puede escribir tu nombre si no es con dibujos del humo de mi cigarro y labios clausurados por nostalgias deliciosas, lo haré pensando un beso después de las comas y elevándolo hasta la luna mientras le pido que lo deposite bajo tus pestañas, que lo esconda en tus sueños, que lo disfrace de caramelo, mariposa, ilusión, o cualquier otra cosa que persigas mientras duermes.

Lo haré feliz, no resignado, sino conforme y hasta tal vez agradecido de que hayas dejado a mi resguardo estas ganas de adorarte aun sabiendo que no se las entregaré a nadie jamás mientras haya cielo, luna y gotas de tiempo que caigan sobre mi espalda.

Hoy intentaré escribirte nuevamente, aunque tal vez, no sepa a ciencia cierta que decirte.

Luis Gonzalo Hernandez Zamora